viernes, 2 de febrero de 2007

Recientemente mientras trabajo en mi colegio como maestro de pedagogia terapéutica detectamos que las capacidades para el aprendizaje de uno de nuestros alumnos es menor de lo que estimábamos. Sus resultados desconcertaban, y aunque figuraba en la lista de acnee, "aparentemente" pasaba camuflado. Con las pruebas de aptitudes aplicadas por nuestra orientadora-psicóloga se discernían sobretodo espectativas. Nuestro alumno seguirá siendo él, sin embargo la "ITV" que "no" ha pasado lo catalogará de "educación especial".


Me revienta el concepto y el término de Educación Especial porque es uno de los mayores fiascos de nuestra sociedad. Dicho esto entro en matizar la afirmación y proceder en su defensa.


Hablo como individuo, determinado en primer lugar por mi propia historia, por mis denominadas aptitudes y digamos "temperamento". Y hablo de lo que hago todos los días, desde hace 20 años; y aunque en distintos puestos laborales/funciones administrativas, siempre en el desempeño de prestación de servicios a clientes comprendidos entre 3 y 14 años.


No se pretende hablar mal de la profesión, deporte que podríamos desarrollar como actividad de pasatiempo, mis comentarios van en la línea de "evaluación" para la mejora. Sólo busco contrastar si lo pretendido se aproxima o desvia de lo que queremos alcanzar.

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