domingo, 2 de noviembre de 2008

n o v i e m b r e

Lejanas ya las fuerzas del sol,
recogidos los frutos del estío,
recolectados los de otoño,
damos paso a este mes de ancestros,

momentos de mirar al legado delegado
y que en tránsito, transmitimos.

El tiempo en el que miramos
las hojas caídas sobre la tierra fría,
donde la luz brumosa cerca al horizonte,
de tintes ocres y grises marcados.

Momentos de mirar al legado delegado
y que en tránsito, transmitimos.

En cuanto que la parca luz
pobre panorámica nos permite
es lo concreto e inmediato, es
el recogernos y el abrigarnos.

Momentos de mirar al legado delegado
y que en tránsito, transmitimos.

Suelen, algunos animales de comportamiento gregario, mostrar a su vez ciertos rituales, troquelados en su memoria genética, de “volver al nido”. Resulta curioso encontrar cierto paralelismo en el comportamiento humano, y dentro de éste, las propias configuraciones-confesiones religiosas que refuerzan o se amparan en este “condicionante predisponente” de lo humano.

Verdad que nada tiene que ver este asunto con el tema central de este blog, las necesidades educativas especiales, sin embargo, en cuanto que la educación es un mecanismo “natural” (de ahí el reconocimiento de derecho natural de los seres humanos al acceso a la educación), miro al flujo y reflujo de los conocimientos “remanentes” en el grupo social al que pertenezco. Y yo me pregunto, ¿qué se aprende?, ¿lo que el sujeto elige o lo que otros determinan? -amparándose en el “principio de socialización del grupo”-.
El grupo actúa como los cuerpos en rotación, en un equilibrio de fuerzas entre la centrípeta y la centrífuga. El grupo mantiene una dinámica de cohesión y de exclusión, donde el equilibrio evita la dispersión. Se cohesiona en torno a líderes, ceremonias,… y se deshace de los “otros”, curiosamente también mediante ritos y ceremonias. Y como existen muchas fugas… viene el código genético y nos “impone el retorno al origen”; los que andaban dispersos y distantes buscan “el cementerio de elefantes”, las playas y costas, las charcas y humedales donde eclosionaron o nacieron. El nómada cubre su ciclo y retorna, se reencuentra-se referencia, para volver al ciclo, al comienzo.

Así es noviembre, mes de acopio (SI LO HUBIERA) de los mostos, frutos y granos… en graneros, bodegas, silos y depósitos; que luego llegará la época de sementera.

0 Comments:

Post a Comment