domingo, 24 de octubre de 2010


Del modo de objetualizar al ciudadano y aniquilando sus derechos, considerarle “cosa” y la constante reivindicación del reconocimiento del valor de persona, con su dignidad inherente, en todos y cada uno de los ciudadanos.

Exactamente con 4.044 visitas en un 24 de octubre, muestro verdadero agradecimiento a quienes visitan este espacio de transmisión de inquietudes. Especial consideración hago a los del pueblo y nación de México, quienes duplican porcentualmente a las visitas que recibo de España.

Bien podéis verlo por vuestros propios ojos que no me mueve sino la transmisión de la interpretación de las vivencias, desde la óptica de quienes por algún motivo viven su existencia con alguna “diferencia”, porque la diferencia no tiene que ser “imposibilidad” o limitación y más sobreimpuesta por la sociedad, añadidas éstas a las que de la naturaleza ya han recibido.

La “huída” que supone en muchos casos, los modos de vivir la vida, exige que lancemos lastres y estorbos de aquellas partes de nuestros equipajes menos útiles; otras veces, ese desprendernos de “errores”, cuales manchas a nuestra autoestima y consideración social, nos lleva a negarles atención y cuidado. No son sino producto de nuestros mecanismos de defensa, y éstos cada cual los tolera y gestiona de ésta o aquella manera.

No hace muchos días la Sra. Merkel declaraba para los suyos, que el país no podía soportar su actual estructuración social y que la integración había fracasado, refiriendo en concreto, la actuación hasta ahora llevada a cabo con la población musulmana asentada en Alemania. Creo no falsear la esencia del contenido. Lo primero que se me pasa una y otra vez por la cabeza, es el programa, el diseño que se ha seguido y si de un experimento se tratara, no admitir que el resultado es erróneo, sino el momento del programa en el que se alteró el curso del proceso y por tanto, obviamente el resultado evidencia fallo. El problema no está en el resultado sino en el procedimiento, en la metodología, aunque esta conclusión sea parte de un discurso (y voluntad política de gobierno) que pretenda justificar otros propósitos (corren tiempos de “descargas” de población “exógena”…)

Integrar no es soportar la presencia del diferente a tu lado. Este modelo “liberal” de tolerar… ¡ignorando!… o incluso “protegiendo” (donando excedentes) con políticas de subsistencias sin injerencias, al modo del “despotismo ilustrado” –todo para ellos pero sin ellos- no es suficiente. Este estilo de desarrollo no es integrador. Sabemos que la verdadera integración tiene tres pilares: cohesión, interacción y compensación, entendiéndose ésta última condición, como reequilibrio de fuerzas, y no solo política de ayudas, que igualmente fueran precisas.

Una y otra vez, traigo a este blog, las manifestaciones que localizo de esa realidad deseada, e “irrealizable”, que requiere la constante supervisión y sobrecorrección, que aproxime el anhelo de una sociedad que considera a la persona como un valor en sí, por la propia dignidad inherente, y no un producto comercial que en un sistema de producción, se desecha o aparta.

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