viernes, 22 de octubre de 2010


Circunstancialmente he podido escuchar al Sr. Kiko Hernández intervenir en el programa de "Sálvame" de Tele5, del que es colaborador habitual. Lo que me sorprendió fue el ver la cara de la Sra. Padilla, la cual aunque tiene salidas, su expresión “expresó” motivo para reclamar mi atención. Kiko, quien no oculta su tendencia “liberal” proveniente de su actividad profesional heredada, afirmaba una “soflama” (al estilo de las de su “Esperanza Aguirre”) pero que “entra muy bien” para calentar un diálogo: el realojamiento de “chabolistas” en pisos de comunidades de vecinos-propietarios en barrios “populares” mientras que en otros, de alto nivel, ni se plantean, y así reiteradamente. El Sr. Kiko defendía que si es una acción solidaria y humana ¿por qué siempre les toca a los mismos poner su “terreno” (el cual automáticamente se deprecia…)? ¿POR QUÉ, SI LA SOLIDARIDAD ES COSA DE TODOS?

Es casual también que en el mismo programa SE TOCARA EL TEMA DE ANTONIO PUERTA Y DE VIOLETA SANTANDER. De lo que se dijo, paso; pero ciertamente fue este “ambiente” el que me ha hecho reincidir en el mismo argumento que desarrollo: “el análisis de la integración” o el tratamiento de las “necesidades educativas especiales” por la sociedad. Lo que defendía el Sr. Kiko Hernández no era “políticamente correcto” pero ciertamente transmitía esa realidad de “parcialidad”, de marginalidad, de segregación, de ese discurso esquizoide que se vive , y que está asumido en todo estamento o “congregación” oficialoide, ya privada, ya pública, en nuestra sociedad (nosotros mismos).

Ciertamente tenemos leyes, pero como si no las tuviéramos; las mismas “barreras arquitectónicas” siguen siendo barreras-trincheras para excusar el trato normalizado y de igualdad de accesos porque dispongan, los unos y los otros, de las mismas oportunidades. Sigue apareciendo ese trato diferenciador y misericorde de tratar al “diferente” como “preferente objeto” de atención, cuando lo que demandan no es más que se les trate igual que a los demás, que se les dé ese trato “normalizado”. Pero no, lo simple lo enredamos, y lo que haga falta, para establecer “clubs”, gremios, … clases que nos diferencien y distancien de “determinados” otros, que “nunca serán como nosotros”. Y con este ”troquel” vamos andando por la vida, y con la vida de cada cual se perpetúan “costumbres” y la costumbre hace leyes, y aquí paramos: en el límite que establecen las leyes “sociológicas” y las leyes “burocráticas”.


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