sábado, 12 de noviembre de 2011

aprendizaje continuo: "ser en la vida romero", siempre


No pretendo usurpar la propiedad de su autoría, sino que reconociendo su valía, divulgar y extender el bien que proporciona. Al citar esta fuente se hará más clara la reflexión, ésta sí, de mi persona y experiencia.

Es cierto que el matiz humano que aflora concuerda con la finalidad que en este blog pretendo, las necesidades educativas especiales nacen de la identidad y genuinidad de cada alumno, que por cierto, podemos serlo en cualquier momento.


Carta de un alumno a su maestro

Enséñame cómo aprender y no qué aprender,

enséñame a pensar y no tan sólo qué debo pensar.

Así desarrollaré mi inteligencia y no simplemente mi memoria.

No me regañes delante de mis compañeros.

Me haces sentir humillado y temeroso de ser rechazado por ellos;

aceptaré mejor tus correcciones, si me lo haces calmadamente y en privado.

Señálame mis cualidades y reconoce mis habilidades.

La confianza que así desarrollo en mis capacidades me anima a esforzarme

y me hace sentir valioso y adecuado.

No me insultes con palabras, ni con gestos despectivos.

Me haces sentir menospreciado y

sin ánimo para corregir mis faltas o debilidades.

Ten en cuenta mi esfuerzo y mi progreso no sólo el resultado final.

A veces con poco esfuerzo logro mucho...,

pero es más meritorio cuando pongo todo mi empeño, así logre poco.

No me examines procurando reprobarme, ni te ufanes de haberlo logrado.

Mis notas deben reflejar mi desempeño y

no lo harán si las utilizas para desquitarte.

Anota lo que hago bien, y no sólo lo que está mal.

Cuando subrayas mis éxitos y no mis fracasos,

me siento motivado a seguir mejorando.

Cuando me corrijas o me disciplines, hazlo sin maltratarme física o emocionalmente.

Si atacas mi persona o mi personalidad,

deterioras mi autoestima y no mejoras mi disciplina.

Confía en mí y demuéstrame tu confianza.

Cuando me repites la misma cosa una y otra vez, me doy cuenta de tu desconfianza,

y esto me precipita a fracasar.

Trátame con cariño, cortesía y respeto.

En esta forma te admiraré y, por lo tanto,

desarrollaré un profundo respeto por ti.

No me amenaces, pero si lo haces, cúmplelo.

Si no cumples lo prometido,

aprenderé que, haga lo que haga, siempre puedo salir eximido.

No me ruegues ni me implores que me porte bien.

Te obedeceré cuando me lo exijas con firmeza y sin hostilidad.

Procura hacer clases amenas e interesantes, en las que yo pueda participar.

Me aburro cuando todo es rutina,

sólo tú hablas y yo nada puedo aportar.

Cuando te haga preguntas, no me digas “eso ya lo explique”.

A veces tus explicaciones no son claras o suficientes para mí;

si pregunto, es porque quiero entender y aprender.

No tengas preferencias. Cuando alabas a unos e ignoras a otros,

deterioras nuestras relaciones y

haces de mis compañeros mis enemigos.

Cuando me criticas para corregirme, me defiendo y no acepto mis defectos.

Sólo si acepto mis fallas, podré tratar de corregirlas.

Ten en cuenta que aprendo más de quien aprecio que de quien me desprecia.

No aceptes mis excusas ni mis ruegos por el incumplimiento de mis tareas. Cuando debo asumir las consecuencias de mis faltas,

aprendo a responsabilizarme por mis deberes.

Escucha lo que te digo con atención e interés.

Si me ignoras o me callas cuando trato de expresarme, entiendo que mis ideas son tontas y que, por lo tanto, mi inteligencia es corta.

No me compares con mis compañeros, ni con mis hermanos en años anteriores.

Recuerda que no soy ni puedo ser igual a nadie y que,

aunque no tengo las mismas, también poseo grandes cualidades.

Trata de conocerme y de apreciarme como persona.

Conociendo mis habilidades particulares podrás ofrecerme oportunidades para triunfar.

Al sentirme capaz e importante para ti, crecerá el concepto que forme sobre mí.

Ayúdame a desarrollar mis cualidades, y no simplemente mis capacidades.

Ten en cuenta que......antes que un buen estudiante,

debo ser un buen ser humano.


0 Comments:

Post a Comment