sábado, 18 de enero de 2014

De Principias e Incipias


de principientes e incipientes. De los comienzos y de los acompañamientos.

Así como llegas, así eres recibido.

Si existen unas expectativas halagüeñas y positivas de tu venida, será tu llegada. Lo contrario, origina lo adverso. Pues así mismo viene a ocurrir con los .

Detrás de los “malos aprendices” –estudiantes- solo hay personas con malas experiencias iniciales al afrontar los conocimientos que se le instruían. Esto viene a ocurrir en muchos casos de esos alumnos que “por no cazarlas al vuelo” y no recibir el aliento de sus “maestros”, bloquearon “el acceso” para evitar las reprimendas emocionales que le acompañaban. Y cuando entramos en el turbulento “océano de las emociones” los rifirrafes interfieren el cauce a los accesos. No somos los docentes conscientes de estos prolegómenos, llegando a las vidas de los discentes con un portazo y un -sin que nos esperaran-.

En la farmacopea, se diferencia los principios activos de los excipientes, esos “soportes” o formantes que hacen “administrables” la ingesta y digesta de la medicación. Tan bueno es que el tratamiento sea correcto como que el paciente cumpla lo prescrito. 

Por otra parte, la consideración que con los aprendizajes se sigue el curso y cauce de la habilidad comunicativa. Se nos enseña, que para ejercer la docencia hemos de ser “locutores” (capacidad de hablar en público, dándosele relevancia a los “formantes”: “la voz”, -aunque para muchos, con que hablaran ya era suficiente, porque total, para cuidar a los niños… con que fueran pacientes, irían sobrados-) olvidando que es más acertado la “interlocución”. La interacción influye enormemente, y son los factores que median en la “inter” lo que da “sentido y agrado” a la “locución”. Estos elementos y sus “valencias” de enlaces, son descuidados; cuando influyen en nuestros “compuestos”… esa “química” de las relaciones humanas… Siempre “tratando” “los simples”, cuando en la naturaleza, no son las síntesis, sino los compuestos los que proliferan.


Otro factor de los “excipientes” de esta “oficina terapéutica” está en que descubramos “el sentido” del aprendizaje. Una aventura no es afrontada si no sabemos a dónde vamos. La mayoría no se “embarcan” a ciegas, no están tan “desesperados” como para “lanzarse al agua con lo puesto”. Bien haríamos mostrarles “la síntesis” del “dominio a prender”. Porque reconoceremos que normalmente, toda la “programación” docente es analítica, trabajamos las partes, y quizás el docente mantenga la “secuencia” progresiva y aproximativa, pero el alumno debe saber y querer su meta. Desde la “autoridad y la disciplina”, marcamos, los docentes, rumbo de autómatas a los discentes, y de ahí esas “amotinaciones y tribulaciones” que terminan sufriendo los embarcados, tanto la “marinería como la oficialía”.

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