jueves, 6 de diciembre de 2007

Ayer me encontré con un compañero, con quien, en este asunto de la organización de nuestra función y labor, comparto inquietudes. Me preguntó como me iba, y como sabía de cierta consulta que había echo al gabinete juridico sindical, vine a decirle que dado que la "sensibilidad" de la jurisprudencia y la mía, "como que tenemos distinta pasta" o la mía es de una piel quemada, o la de la "interpretación legal" está tan encallecida (pueda que tenga cataratas) que los planteamientos que se expusieran en los escritos, elaborados juntos con diversos compañeros, no constituían argumentos "sostenibles"... y que tenian la consideración de "quejas". La catalogación de quejas a la dejación de funciones, a la contradición de las muchas normas emitidas por los aparatos de gobierno, la presencia de artículado por los cuales pueden sansionar y expediantar al trabajador, y los mismos, no constituyen "argumento" para "organizar" desde el lugar donde estamos dando el callo... es la prevalencia de un principio de poder ajeno al de autoridad. Y esto "desmonta" mi axiología y principios, así que "paso" de comprometerme porque esta profesión resuelva su contribución social bajo ese principio de subsidiaridad por el que haciendo todos lo posible en sus puestos, disponen de los medios que le asistan al logro de un fin "común" -como puede ser el derecho a la educación como formación de personas integras, competentes y resolutivas en los distintos puestos de la sociedad-.
En otro momento comentaré mi opinión sobre la supresión del impuesto sobre el patrimonio. Por una parte nos perjudicamos a corto y largo plazo... por otro, nos igualamos al trato que recibe la (Casa Real) familia de Borbón y Grecia.

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