domingo, 17 de mayo de 2009

LOS NUEVOS MODOS DE INTEGRAR

DE LAS AULAS PUENTES A LAS AULAS BURBUJAS, Y ALGO MÁS.

Fue en el año 2.000 cuando en la Comunicación http://www.angarmegia.com/trabas.htm que presentamos un grupo de compañeros y amigos al 1er Congreso de Necesidades Educativas Especiales (alas para volar) y que denominamos “las ocho trabas de las n.e.e.”, declaramos un slogan con tres acciones formuladas en imperativos: DETECTA, ASUME, TRANSFORMA.
Siete años después, por otras circunstancias y con otros compañeros, en otro Congreso, éste de Orientación Educativa en Andalucía, DETECTÁBAMOS en otra Comunicación y ASUMÍAMOS PARA TRANSFORMAR la situación de la integración de los ACNEE con TGD-Autismo en Centro Educativos Ordinarios.
Pensando en ellos, 1º, simplemente como alumnos, y 2º, como sujetos de Necesidades Educativas Especiales Específicas, nos hacíamos una pregunta como conclusión ¿Dónde salen más beneficiados y en qué circunstancias?

En esta última comunicación (por difundir), poníamos ante las luces del proscenio la realidad de las AULAS ESPECÍFICAS PARA NIÑOS AUTISTAS. La situación la quisimos denominar “aulas burbujas” porque aunque estaban en los Centros, eran verdaderos “convidados de piedra”. Se las tenía en una situación tan ausente de la vida del centro que “estaban (como Teresa de Ávila) sin estar”. Otro símil poético que se usó en dicha comunicación fue “aulas prótesis”, ya que funcionalmente no formaban parte del sistema vivo del centro.
Al año siguiente,-el pasado- el término “burbuja” apareció –también por mayo- en un cartel de la asociación de autismo, “ayúdame a romper la burbuja”; hoy, en este artículo aparecido en la prensa local, ya se da por rota la burbuja.

PERO NO PUEDO DAR POR ROTA ESTA BURBUJA.
Demasiados “guantes y pinzas para tocarlos”, y aunque tienen su “mejunje y enjundia” no hasta el extremo que bajo la tutela de los “Especialistas”, otros “Especialistas” teman tratarles y aportarles lo que desde el “Magisterio” se les puede proporcionar.


De las dos Aulas Específicas de Autismo que se comenta hay en la provincia, solo tengo conocimiento de una, la de mi Colegio; y ahora van a crear otra… , ¡Pues! ¿Cómo que no se, qué se llevan entre manos nuestros expertos y sabios, que así lo deciden? Crear Aulas, queda muy bien, pero hay que dejar bien claro que un Aula de éstas, da mucho trabajo “adicional”, empezando por la “tutoría” (el horario laboral de 35 h./semana, no es suficiente); requiere muchas horas, y mucho más Personal, con una verdadera dinámica de Equipo, más un Grupo de Trabajo de elaboración de material, formación actualizante… Así que lo que se vende de un Aula más… nos deja temblando… por lo que supone… ¿Está dispuesta la Administración-Sindicatos a reconocerlo y considerarlo?


Por supuesto que una practica integradora es vital, en la vida de toda la sociedad, lo que sí duele es que determinados sectores se impliquen y “sufran” la integración, y de una línea o segundo que se traspasa, desaparece la “excelencia” de tan prometida garantía. Se integran en Ed. Infantil y en Primaria y desaparecen en Secundaria, creo que hay que promocionar al par que los alumnos. ¿a caso no es esto lógico?

domingo, 3 de mayo de 2009

LA RIVALIDAD SOCIALIZADORA


Cuando he leído el libro “la tabla rasa” de Steven Pinker y observo la hipótesis que sustenta el autor al recalcar los trabajos y conclusiones de Harris, J.R. admitiendo que los humanos nos “educamos”, no por la acción de los instructores, sino por la interacción de los individuos con sus iguales, se fundamenta que serán éstos los que en esa “rivalidad socializadora” provoquen la emergencia y crecimiento de sus capacidades. Estas competencias, positivas o negativas, según la catalogación social “paterna” no debieran interferir en la regulación del comportamiento y sí, las experiencias del individuo en el grupo.

Hablando de este modo me recuerdo los términos y reglas que se usan en la “economía de mercado”: los que quieren que el estado no intervenga, y éste se regule por sus reglas de oferta y demanda (necesidades y satisfacción de éstas, Maslow) y aquellos que creen que el Estado (quien dice el Estado o la Iglesia) debe regular y mediar en las transacciones de los individuos. Sin caer en el economicismo, vengo a aceptar el acuerdo de que la integración es un paso en la socialización de los ciudadanos, de unos y otros, de los integrados y de los integradores, y que para aquellos que no se ajustan a la normalidad de nuestras vidas, la interacción con los normales es una herramienta adecuada y favorecedora en una proporción suficiente, para regular la convivencia.

El aprendizaje observacional es una herramienta positiva siempre que las contingencias equilibren las capacidades y habilidades de los socios del grupo. Por esta razón defiendo como una herramienta de socialización posible, las interacciones e interferencias de ciudadanos normales con necesitados por alguna índole, en un clima de solidaridad. El grado de interacción e interferencia debe quedar siempre controlado para que no se agüen los derechos de los intervinientes.

Ahora que en los Centros andamos con el proceso de la escolarización, de la incorporación de ciudadanos al Sistema, toco este asunto al comprobar que la proporción establecida de 3 en 25, dicho de un modo más claro, la oferta establece tres acnee en cada grupo de alumnos. Este 3 en 25, se convierte en el 12 %, y considerando que los propios “normales” ya de por sí también plantean ciertas necesidades educativas especiales, se genera un aumento desproporcionado de “complejidad”.
La demandada reducción de ratio de los grupos de alumnos, precisamente se ha reclamado para poder garantizar un gobierno más cercano y próximo, donde las pautas de cohesión e interacción junto con los medios de compensación hagan realidad esos principios que de siempre deseamos: elevar el nivel de rendimiento y así la satisfacción y la excelencia del producto escolar.
El nivel de exigencia de los padres es cada vez mas “imperativo” (este será otro tema para comentar la existencia de un “juicio popular” más que al sistema educativo a la profesión concreta del magisterio) y éste crea una tensión, que en un clima de diálogo, es equilibrado, pero en cuanto que se mueven por los tópicos publicitarios, favorecido, a veces, por la propia administración política, surge una crispación de la consiguiente insatisfacción, si no frustración.

De aquí que como resultado de este planteamiento venga a reclamar, no la necesaria integración de … pero sí moderar su nº, precisamente para garantizar lo positivo, sin descafeinar o como se expresa, “aguar el vino”.
Nuestras aulas están llenas de “diversos” que han de ser aglutinados, esta dispersión, precisa de referentes y de “estrellas” que canalicen las fluencias de las interacciones, la labor potenciadora deberá ejercerla el docente, que ha de contar con una preparación acorde y garante.
Nuestro sistema se encuentra en el istmo de dos mares: el proceloso mar de la conciliación de la vida laboral de las familias a costa de los centros educativos y el océano de la cualificación mediante el estudio… es muy meritoria esta realidad ante los embates, pero claro, a un precio, los niveles de exigencias son cada vez más endebles, no pidamos luego lumbreras.
Habiendo consultado el informe de la OCDE-2.007, el famoso P.I.S.A. en el número 1 (08-10-07) del Boletín Informativo del Sector de Enseñanza de CSI-CSIF, en su artículo: “El informe vuelve a …” así como el número 639 de COMUNIDAD ESCOLAR, de 15-09-1.999 (observen los 8 años de distancia) aparecen una serie de datos, de los que en este momento huyo para no enmarañar el pensamiento, pero reiteraré la demanda de reducir la ratio a 20, y no integrar a más de 2 como máximo, uno sería lo ideal.

Al reducir el número de miembros del grupo, consecuentemente aumentamos el número de grupos, así disponemos de más posibilidades “soportes” donde integrar sin “cargar”. 20 alumnos siguen siendo un buen número para soportarlo Hacienda y aligera un tanto las Tutorías, propiciando un trato más individualizado e intenso a los alumnos.

El actual planteamiento, que integra hasta 3, supone un sobrecargo, precisamente en los grupos que lo integran, ya que no demandan tantos requerimientos ni atenciones el grupo que no acoge a tres acnee, que el que sí los integra. El que se integren hasta 3 genera ciertas “turbulencias” que levanta incomodidad. Y 175 (o 180) jornadas pueden “agotar” la profesionalidad de cualquiera si no contase con los recursos necesarios (las ayudas no suelen ser tan cuantiosas como se anuncian).





Apéndice:

La integración no es el todo vale. Las medidas integradoras no pueden ser usadas para hacerlas segundas puertas de acceso, por donde eludir las medidas establecidas para toda la sociedad. Ningún profesional está exento de su responsabilidad; la subsidiaridad es un derecho que se ha de ejercer con todas las garantías procedimentales, sin “caridad” ni parcialidad.
En la inserción laboral, las medidas sociales toman la “compensación” de ofertar un número de plazas para que personas con un determinado grado de minusvalía, puedan disponer de un puesto laboral acorde e idóneo al nivel de exigencia, en equilibrio con el de competencia. Nadie se puede permitir la osadía de colocar a una persona inepta en un puesto de responsabilidad, porque quedaríamos abocados al riesgo y al fracaso.
En las garantías constitucionales del derecho de las personas al trabajo, al desarrollo personal, a la autoestima y a su dignidad, al reconocimiento de su valía y mérito… no se pueden poner en juego la salvaguarda de los derechos de los demás ciudadanos. En este proceso nadie tiene que salir perjudicado, ni tampoco injustamente agraciado.

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