martes, 26 de mayo de 2015

Hay que saber
y saber enseñar,
y a quién y cómo enseñar.

El asunto está en que nos ponemos a enseñar y lo único que parece importar es que el “profesor” sepa, mucho. ¡Cuanto más mejor!, y así se cuidan de formarlos sus Facultades de “Ciencias” de la Educación…
Y ¿cuáles son estas “Ciencias”… así como su trayectoria formativa…?

En el entorno europeo tenemos por primer pedagogo al checo Juan Amós Comenio, quien ya hace años, allá por 1650 dejo claro que las dos armas de la Educación: la Pedagogía y la Didáctica. Que es esencial la fundamentación del conocimiento del receptor de la acción-educando- por parte del Educador o Maestro, aparte de dominar la materia que imparte. Pero insistiendo en su facción didáctica la importancia de recurrir a la ilustración y representación gráfica de los modelos teóricos que se transmiten.
La acción educativa es como el ser humano bípedo, y en su bipedestación, su avance equilibrado y armónico… a lo largo del siglo XX, la implementación de la escolarización universal y obligatoria ofreció unas series de experiencias humanas y humanizadoras, el belga Decroly, la italiana Montessori, el francés Freinet… pero también Freud, y Harlow con las emociones y deprivaciones afectivas; Piaget y la elaboración y estructura de la inteligencia… y Lorenz, con sus “períodos sensibles”, "improntas y troquelamientos"… ¿Dónde empieza la conducta individual y dónde la social?… La comunicación y la codificación del pensamiento y el procesamiento de la inteligencia artificial de Chomsky… la multiplicidad de las inteligencias de Gardner.

¡Dadme una verdadera Educación y moveremos el mundo; danos mediocridad y tendremos lamentaciones! Creo que la Educación nos salva siempre que sea autentica; y no un fraude como la que tenemos… de tanta selección de la L.O.M.C.E., ¿dónde pondremos la “escoria” seleccionada y decantada?

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