lunes, 26 de octubre de 2015

Las bacterias se comunican entre ellas a través de señales eléctricas, de la misma forma que lo hacen las neuronas en el cerebro.
(elpais.com/elpais/2015/10/21/ciencia/1445443099_374468.html?rel=lom)

A partir de esta “noticia”, reflexionaba, conjugando lo observado en el comportamiento de las bacterias y el concepto de inteligencia de Jean Piaget… vayamos al caso en cuestión…
Los científicos sometieron a huelga de hambre a una colonia de bacterias. Las bacterias situadas en el centro del “asedio” mandaron impulsos eléctricos a sus compañeras de la periferia para comunicar la situación de estrés por deprivación. Las bacterias vecinas amplificaron la señal hasta llegar a las células más exteriores –las primeras en recibir los pocos nutrientes que les suministraban los investigadores–, que dejaron de crecer para que las bacterias centrales pudiesen alimentarse.

Se trataba de provocar “un conflicto social entre el centro y la periferia”, sobre una auténtica guerra metabólica para conseguir alimento. Pero en esta batalla nadie muere. Y he aquí la sorprendente respuesta de colaboración y resolución. La comunidad bacteriana de la periferia “no asediada”, oscila y para de crecer durante un rato para dar tiempo a las células centrales de picar algo y reponerse. Esta maniobra hace sobrevivir a las bacterias centrales para que las internas refuercen su metabolismo y así las más exteriores puedan continuar creciendo.

Observación inédita de este mecanismo de comunicación entre bacterias es muy similar al de las neuronas, aunque mucho más simple y lento que una sinapsis. Por un lado, el potasio es la única moneda de cambio de estos microorganismos mientras que las células nerviosas se sirven de potasio y sodio para comunicarse. Por el otro, el diálogo bacteriano dura horas mientras que las neuronas se comunican en cuestión de milisegundos.



A partir de esta observación-constatación observo y detallo la respuesta de COLABORACIÓN… no solo existe información-comunicación sino que la comunicación, activa una respuesta operativa y pragmática de resolución, propiciando la supervivencia de la colonia. Es decir las bacterias han desarrollado una conducta admirable que garantiza, no la vida de los individuos, sino del colectivo.

Yo a mis alumnos les he dejado claro y así lo he descrito y declarado que los objetivos para este año son 3,
1º: cultivar su tasa de actividad, fundamentalmente;
2º: desarrollar su potencial de autonomía y
3º: fomentar su capacidad de colaboración…

Así pues ser inteligentes al uso, no es emitir respuestas aprendidas conforme a un programa estandarizado, sin que el individuo sepa adaptarse y transformar-se con sus posibilidades “idiosincráticas” en su entorno, garantizándose la supervivencia propia y de su grupo.


Por ello, el principio de solidaridad no es un fin “económico” deleznable por “improductivo” sino rentable y eficiente. Claro está que la solidaridad es posible en estamentos equitativos y no selectivos y de explotación.

(No olvidemos que uno es "tonto" en un contexto, y así "el tuerto es rey entre los ciegos", según el refranero)

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